Mucho se ha hablado en los últimos años de la nostalgia hacia la antigua Alemania del Este, su manifestación en el cine, exposiciones, productos e interés social. Sin embargo, se ha incorporado un nuevo concepto recientemente que hace referencia a la nostalgia a través del olfato. Lo ha hecho la película Der Duft des Westpakets (El olor del paquete del Oeste, Maja Stieghorst y Brit-J. Grundel, 2019) que tuvimos oportunidad de ver el pasado 9 de noviembre, cuando se cumplían exactamente 30 años de la caída del muro de Berlín.

En un pequeñísimo y abarrotado cine de Bundesplatz, se proyectó el documental Der Duft des Westpakets para una audiencia variopinta que prefirió recordar la caída del muro a través de algo que durante 28 años había unido a los alemanes. La ciudad, habituada como siempre a su admirable trabajo de análisis y memoria, estaba recordando el acontecimiento histórico más importante en Europa para la historia contemporánea en los principales lugares históricos de la ciudad. Mientras tanto, el equipo de Berlin & Film tuvo la oportunidad de conocer la historia de los «paquetes del Oeste» (en alemán Westpaket).

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A partir de la construcción del muro de Berlín en 1961, debido a la escasez que hubo en la RDA y a las dificultades para visitar a amigos y familiares en territorio occidental, empezó a surgir el concepto de los Westpakets: paquetes postales enviados del Oeste al Este con productos que no podían encontrarse fácilmente en zona oriental. Se preparaban eminentemente para Navidad o para los cumpleaños, y solían contener productos como jabón, chocolate, café o gominolas, entre otros. Obviamente el contenido era variable, pero se fue institucionalizando un tipo de Westpaket muy específico, y con él, un olor que hoy día es lo que se está tratando de recuperar.

La idea del documental surgió cuando su directora, Maja Stieghorst -de origen occidental-, oyó hablar por primera vez de este olor y se dio cuenta de que lo que para ella no olía a nada, para sus amigos del Este era un elemento muy representativo de la nostalgia. Vinculado a ese olor había recuerdos, experiencias y anhelo. El documental trata, no sólo de explorar esta vertiente de la nostalgia hacia lo que ya no está, sino de recuperar un olor y preservarlo para la posteridad.

La película es sin duda original y novedosa por querer plantear un aspecto diferente de la ya tan discutida nostalgia (o como también se la denomina: Ostalgie, la nostalgia hacia el Este). Y resulta también arriesgada, ya que la experiencia del olfato es diferente en cada caso y sobre todo imposible de contrastar. Pero parece existir una idea bastante generalizada entre los alemanes del Este acerca de cuál era «el olor del paquete del Oeste». La película por tanto trata de encontrar el equilibrio perfecto entre variedad y cantidad de productos que había en los paquetes, extraer su esencia y transformarla en perfume.

Si Der Duft des Westpakets se destaca por algo es, sin duda, por transmitir sentimientos más positivos que negativos hacia el pasado de la división. A diferencia de la mayor parte de las películas y documentales que exploran la RDA, ésta no se centra en aspectos tristes y dolorosos. Si bien el origen de estos paquetes se debió eminentemente a la escasez y a la falta de libertad, de ello se derivó algo entrañable y positivo. Pero la película quiere dejar a un lado la vertiente traumática de ese pasado y mostrar una de las cosas que se echan de menos. En parte, el componente de la infancia juega un papel clave en todos aquellos jóvenes que entonces fueron niños y pudieron disfrutar de golosinas y chocolate procedentes «del otro lado». A su vez, el hecho de que fuesen envíos realizados entre familiares y amigos intensifica el componente emocional. Pero si existe algo que le da una fuerza muy potente al recuerdo es seguramente el hecho de que es algo que unía, no que separaba. En el cine sobre la Guerra Fría, el muro o el que habla de los últimos 60 años de la historia de Alemania, se han construido imaginarios de cómo era la vida en un lado y cómo era en el otro, qué definía a cada parte, qué era típicamente del Este y qué era exclusivo del Oeste. Der Duft des Westpakets plantea, sin embargo, lo contrario: qué experiencia común hubo durante esos años, algo que concierne a ambas partes y que se recupera a través del olor, uno de los sentidos que mayor capacidad tienen de evocar imágenes del pasado. Tal y como lo comentaron sus directoras en el coloquio posterior, la película no ha querido centrarse en lo que separa, diferencia o enfrenta, sino en lo que les une.

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(i – d): Brit-J. Grundel, Karoline Schulz y Maja Stieghorst en Bundesplatz Kino

Muchos de los asistentes a la proyección comentaron que habían tenido esa experiencia durante su infancia o juventud, o que al menos habían oído hablar de ello y sabían que existía. Lo curioso es que desde la parte occidental, muchas personas llamaban a este parque el Ostpaket (o paquete del Este), ya que se preparaba para ser enviado allí. En cualquier caso, la película explora la vertiente de lo común, no de lo diferente, los puentes que se trazaron, por encima de las dificultades que puso el sistema, para permanecer unidos.

La caída del muro en 1989 puso fin a esta práctica o la transformó en otra cosa diferente. Con todo ello desapareció también esa capacidad de soñar, que es quizá lo que se recuerda con algo más de dolor. Ha desaparecido el deseo por lo que ya no está, el deseo de lo que no se tiene. A través de la creación de su perfume, queda, sin embargo, la posibilidad de recuperar el olor y los recuerdos y experiencias vinculados a él.

* Imágenes: Celia Martínez García

 

 

 

 

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