El pasado 3 de octubre se cumplieron 30 años de la Reunificación Alemana, el acontecimiento histórico más significativo de la historia reciente del país. Cada vez queda más claro que este proceso -que se está prolongando más de lo que se creía a principios de los ’90- tiene que atender, entre muchos otros, a un aspecto clave: la memoria. En el proceso de transición de una dictadura a una democracia, conocer el pasado es esencial para entender el presente. Con la particularidad de que en esta transición, dos países debían integrarse entre sí. El año 1990 comenzó con dos alemanias y terminó con una. De todo ello nos hablaba Jorge Luis García Vázquez en la antigua prisión de Hohenschönhausen, en Berlín.

Su historia comienza en 1987, cuando trabajaba como traductor en Alemania Oriental. Nacido en Cuba en 1959, estuvo detenido en la prisión de Berlin-Hohenschönhausen durante varios días. Tras ser deportado a su país de nacimiento, pudo volver a Alemania en 1994, donde reside desde entonces. A Cuba, por el momento, no se le permite regresar. La prisión en la que estuvo detenido era una prisión de la Stasi, el Ministerio para la Seguridad del Estado o policía secreta de la antigua Alemania Oriental.

Con frecuencia se habla de la Stasi como un «muro simbólico», invisible. Y por tanto, más difícil de superar. ¿Lo explicaría usted así?

Un sistema de vigilancia como la Stasi es un tema bastante complejo de explicar, es un sistema de control de la sociedad. […] A los estudiantes les presentamos los documentos de vigilancia, nuestros expedientes. Todo quedaba registrado: la hora a la que me levantaba, si apagué la luz, si llamé por teléfono, si fui al baño… y era una vigilancia absoluta. Las heridas que tenemos nosotros no son físicas, son psíquicas. A nosotros nos llevaron al punto más bajo de la autoestima, que es lo que una persona no debería perder nunca en su vida. Cuando pierdes la autoestima, pierdes tu dignidad, pierdes tu deseo… y eso es lo que lograron ellos. […] Lo que pasa es que estamos viviendo ahora una fase de control muy peligrosa. Nos fijamos en cómo está pasando ahora y no nos fijamos en cómo ocurrió treinta o cuarenta años atrás. Pienso que tenemos que ocuparnos un poco más en ver cómo son los métodos de vigilancia que tienen los gobiernos, de entonces y de ahora, porque se utilizan cada vez más métodos de vigilancia a los ciudadanos.

García Vázquez estuvo en dos celdas, la 105 y la 123. El número de celda era el número empleado entre guardias para identificar a los prisioneros. Pero recibían además un segundo número a nivel interno, para los registros oficiales de la Stasi, en su caso el 33, y un nombre clave: «Zucker», («azúcar» en alemán), nos contaba con cierta ironía. La prisión de Berlin-Hohenschönhausen era empleada exclusivamente para realizar interrogatorios, proceso que podía durar días, meses o años. Jorge Luis García Vázquez estuvo preso allí una semana, según él porque pasó «tanto miedo que fue muy cooperativo». Tras fijar la sentencia del prisionero, se le llevaba a la llamada «sala de justicia», donde se encontraba el juez de la prisión. «Aquí estaba sentado yo y es donde me leyeron el veredicto de que me iban a mandar para Cuba, que me iban a deportar. Aquí se demoraba uno diez o quince minutos, no más. Es donde el prisionero se da cuenta de que ha perdido el juego. No tiene ninguna posibilidad de defenderse, aquí no hay abogados». Bajo el efecto de los somníferos, fue llevado a La Habana en avión, donde le estaba esperando la Seguridad Cubana. Según comenta, «iguales o peores que éstos aquí».

Desde hace diez años, Jorge Luis García Vázquez trabaja en el Memorial de Berlin-Hohenschönhausen, la institución creada en el lugar de esta antigua prisión de la Stasi. Realiza además seminarios con estudiantes, se dedica a dar conferencias en diferentes instituciones y es activista pro derechos humanos del Movimiento Cristiano Liberación «Oswaldo Payá», organización cubana que trabaja por el cambio pacífico y democrático y por la dignidad humana. «Yo quiero un país donde la gente pueda expresarse libremente sin miedo, y pueda haber diferentes puntos de vista políticos. Fue lo mismo que yo viví en Alemania Comunista. Ése es mi objetivo en el futuro, poder regresar a Cuba, a un país libre e independiente.»

¿Qué tipo de trabajo realizan en el memorial?

Con nuestras experiencias, nuestros expedientes de la Stasi, nuestras vivencias explicamos a los más jóvenes lo que pasamos y cuáles fueron las condiciones carcelarias. Creo que los testigos, los que lo sufrieron, son los que pueden explicarlo mejor. Y aunque eso no es la solución, poder explicar oralmente a las personas lo que pasó tiene un efecto moral mucho más fuerte, llega mucho más a la persona que te está escuchando, especialmente los más jóvenes. Pienso que aprenden mucho de nosotros, y estoy muy contento con ellos. Creo que es un trabajo muy interesante que se puede continuar haciendo en el futuro.

¿Ha notado una evolución en los grupos que visitan el memorial en los últimos diez años?

Sí, ya hay más información de cómo se formó esa dictadura, las causas. Pero estamos más ocupados con los efectos de esa dictadura. Aun así, los estudiantes ya están más preparados que hace veinte o treinta años. Yo trabajo hace diez años en este lugar y los grupos que han llegado últimamente vienen con más información que se les da en las escuelas. Información básica sobre lo que fue el muro de Berlín, por qué fue construido, el tiempo que estuvo en pie, las víctimas, el rol que tuvo el gobierno, o sea el Partido Socialista Unificado Alemán, la represión política… de todo eso hay más información. No es todo, pero ha mejorado mucho.

¿Qué considera necesario entonces para un trabajo de memoria más completo?

El trabajo de memoria no puede quedarse aquí, en lo que hacemos nosotros, sino que ha de llegar a las universidades, a las escuelas… Yo estuve en España en una conferencias y explicaba a los estudiantes que no había ido allí a explicarles si la democracia actual funciona o no, sino a explicarles lo que es una dictadura. La democracia la conocen, hay que conocer los mecanismos de las dictaduras.

¿Ve alguna relación entre el proceso de Reunificación alemana y la reciente evolución de la memoria histórica?

La Reunificación ha enriquecido la memoria histórica de este país. Eso es importante. De la memoria podemos aprender. Lo que pasó nos puede servir como enseñanza para el futuro, podemos aprender de la historia poco a poco. Podemos explicar un poco más cómo pasó todo, quiénes son las víctimas, quiénes son los victimarios. Porque hay estados totalitarios, y hay que ver qué ocurre en esos estados que son regímenes. En este caso son los comunistas, pero puede ser de cualquier otro color.

Pero no considera que la Reunificación haya terminado…

No, no hay que ver la Reunificación de Alemania como algo que ya pasó, sino que es un proceso. Para mí ha sido un proceso de integración de dos sistemas diferentes, económicos, sociales y políticos (obviemos dictadura o lo que sea). Ambos sistemas tienen que integrarse poco a poco entre ellos. Fueron dos polos totalmente diferentes que se enfrentaron en 1989, dos países que hablaban la misma lengua pero que tenían costumbres diferentes. No hay Reunificación si no hay integración. No se trata de ver si en un lado la economía es mejor o es peor, todo ha cambiado. Estamos en tiempos de cambio. Y tiempos de cambio son tiempos de memoria.

Celia Martínez García · Berlin & Film

* Imagen de cabecera: Matthew Ansley @Unsplash

Un comentario sobre “30 años después de la Reunificación Alemana, conversamos con Jorge Luis García Vázquez sobre historia, memoria y heridas.

  1. ¡Estupenda entrevista! Emocionante, interesante… ¡Grande!, Jorge, por tu lucha y tu ilusión. Dale recuerdos. Gracias por estos artículos que nos ayudan a reflexionar.

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